Con el uso de viejos y usados tejidos, me sumerjo en una nueva dimensión que evoluciona ahora hacia superficies casi monocromáticas, revelando una compleja red de fracturas con un mínimo de caracteres, los cuales se entrevén por relieves y siluetas que surgen de forma casi mágica a través de la urdimbre de las telas. El texto y el color se conjugan ahora por capas como un encuentro intimo entre pasado y presente. A través de un código personal y usando siempre tejidos antiguos y arpilleras, como soporte y leitmotiv, estos no se utilizan solo como fondo, son parte sustancial de la obra. Una sucesión de elementos pintados, teñidos y preparados por separado muestra referencias aparentemente constructivas y adquieren fuerza a través del color, caracteres, heridas o marcas originales