La obra de la artista Esther Ferrer (San Sebastián, España, 1937) transita entre el arte de acción, el collage, la fotografía, el dibujo y la obra sonora. Su trabajo se inscribe dentro de las corrientes minimalistas y conceptuales iniciadas en la década de los sesenta del siglo XX, así como en los feminismos de la época y el arte desmaterializado. Ferrer es una de las principales representantes y pionera del arte de la performance en España, así como una comprometida feminista cuya producción artística y teórica ha contribuido a dar visibilidad a las problemáticas asociadas a la mujer. A través de su cuerpo, situado en un lugar central de su práctica, ha visibilizado cuestiones como la temporalidad y la espacialidad de los procesos creativos, el movimiento, las transformaciones y la aleatoriedad. Sus obras, tanto las objetuales como las corporales, aúnan influencias de múltiples disciplinas y manifiestan la inclinación de la artista por el humor y el absurdo.