‘ULAY/ABRAMOVIC’

 

Las actuaciones de Marina Abramovic se caracterizan por el compromiso físico radical de la artista. En no pocas ocasiones, sus autoexperimentos extremos conducen a situaciones que ponen en peligro la vida. En la obra que se muestra aquí, Art must be beautiful, Artist must be beautiful, de 1975, Abramovic, con un cepillo en una mano y un peine en la otra, se peinó durante casi una hora y, mientras lo hacía, repetía la frase que también es el título de la obra. En el transcurso de la actuación, sus movimientos se hicieron cada vez más rápidos, más fuertes, más dolorosos, y se metieron literalmente bajo su piel. El cuerpo de la artista se convierte así para los espectadores, que se encuentran en el papel de "espejo, espejo en la pared", el lugar donde se negocian las nociones convencionales: nociones del papel de la mujer en las artes, así como de un dictamen idealista sobre la belleza del arte.