Eduardo Úrculo Fernández

Eduardo Úrculo Fernández - Fitzcarraldo

Biografía del Artista: Eduardo Úrculo Santurce (Vizcaya), 1938 - Madrid, 2003 Siendo niño su familia se trasladó a Asturias, donde comenzó a pintar sin tener formación artística previa. En 1957 publicó sus primeras tiras ilustradas en el diario ovetense La Nueva España. Poco después se trasladó a Madrid y comenzó a tomar clases en el Círculo de Bellas Artes. En la capital trabajó ilustrando cuentos para la revista Triunfo, diseñando escenografías teatrales y pintando suburbios y chabolas con un contenido social expresionista. Marchó a París en 1959, a la Academia de la Grande Chaumière, donde dos años más tarde comenzó a trabajar como diseñador gráfico para el Estudio Moro. La ciudad de la luz le dio la oportunidad de conocer a Eduardo Westerdahl, cuya influencia hizo que su pintura girara hacia la abstracción, aunque cuatro años más tarde volvería a una figuración con fuerte contenido de crítica social. Otros personajes ilustres a los que trató fueron Man Ray, Max Ernst y Giacometti. Su primer contacto con el Pop americano se produjo durante un viaje por el norte de Europa en 1967 dando como resultado un pop marcado por un realismo basado en un colorido muy vivo y ya entrados en los años 70 por sus temáticas eróticas, satíricas y críticas. Residió en Nueva York en la década de los 80, donde trabajó junto a Mario Vanarelli en los decorados de la ópera Colón. De vuelta en París, en 1992, creó un espacio para la firma Cartier sirviéndose de sus esculturas en bronce de maletas y palos de golf. Mientras tanto, y para el Festival de Teatro Clásico de Mérida, creaba el cartel y la escenografía de Los siete contra Tebas de Esquilo. Maletas, sombreros y desnudos a la manera de las ilustraciones japonesas de los siglos XVII y XVIII fueron siempre sus principales temas. En su última etapa añadió la temática del viajero enfrentado con las grandes ciudades modernas, una variante irónica de la figura del nómada romántico sobrecogido por los paisajes naturales. Cuando falleció estaba inmerso en su particular redescubrimiento del cubismo en bodegones en los que recurría a sus temas e iconografías habituales. Técnicamente se centraba en el tratamiento del color, los volúmenes y los juegos geométricos. Esa evolución en su trayectoria pudo verse a través de las numerosas exposiciones individuales que realizó por medio mundo desde que llegara a París en 1959, hasta las antológicas, de su faceta pictórica y escultora, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid en 1997, y la de su obra gráfica en el año 2000 en el Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella. Justo cuando murió repentinamente en la Residencia de Estudiantes de Madrid una exposición antológica de su obra organizada por la SEACEX estaba recorriendo diversos países. Sus obras cuelgan en las paredes de los museos y colecciones de arte moderno más importantes del mundo como el Reina Sofía o la Fundación Juan March, entre muchas otras.